El aislamiento social provocado por la reciente crisis de salud pública ha propiciado un mayor y más eficiente uso de los canales y aplicaciones digitales, lo que ha permitido al sector bancario continuar con sus operaciones a través de servicios al usuario que no requieren transacciones en persona. Esto ha permitido la disponibilidad en el sector financiero, a la vez que ha mitigado el riesgo de infecciones causadas por la interacción humana.
Con el paso de los meses de la pandemia, estas innovaciones pasaron de ser una solución de emergencia a ser herramientas de uso frecuente por consumidores de todo tipo. Lo más importante es que proporcionan flexibilidad en cuanto a la programación, ya que los usuarios pueden realizar las transacciones a su conveniencia.
Lo que dicen las estadísticas de la nueva realidad
Según el X Informe de Tendencias de Medios de Pago, presentado recientemente por Minsait Payments, más del 50 por ciento de la población adulta bancarizada internauta (ABI) perteneciente a los once países consultados (cuatro europeos y siete latinoamericanos) ha reducido o abandonado por completo el pago en efectivo de bienes y servicios.
Eso conlleva, indudablemente, un cambio de paradigma para el sector financiero en el que es necesario asegurar la continuidad de los servicios, un aspecto crítico de cara a la reputación de marca, la satisfacción de las necesidades bancarias de los clientes y el sostenimiento de la economía.
Esto último no es una exageración. Cualquier falla en la infraestructura tecnológica que soporta la banca se vería reflejada en cajeros automáticos que dejan de funcionar, transacciones con tarjetas de crédito que no se procesarían y negocios de comercio electrónico que no generarían ventas. ¡Un caos total!
Este escenario hipotético (pero no improbable) muestra la necesidad de contar con un soporte fiable para los centros de datos y la infraestructura de borde, incluyendo el respaldo de energía en caso de cortes eléctricos para ayudar a las entidades del sector a almacenar suficiente energía para garantizar el funcionamiento continuo de sus equipos críticos.
Esta necesidad se pone de manifiesto en una reciente investigación del Instituto Ponemon, patrocinada por Vertiv, titulada "El tiempo de inactividad del centro de datos en el núcleo y el borde: una encuesta sobre la frecuencia, la duración y las actitudes".
Allí se evidencia que 132 centros de datos en el núcleo incluidos en el estudio experimentaron, en promedio, 2,4 cortes eléctricos totales anuales en las instalaciones y 10 eventos aislados de inactividad adicionales en racks o servidores específicos.
Además, las 1.667 ubicaciones en el borde incluidas en el estudio experimentaron un promedio de 2,7 cortes eléctricos no previstos en un año.
Estas cifras son alarmantes para un sector como el financiero, que necesita que sus centros de datos funcionen 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año.
Cabe mencionar que, si bien el tiempo de inactividad puede tener varias causas potenciales, incluida la seguridad cibernética, como la ciberseguridad, los errores de software o hardware, los cortes de energía son los más comunes. El despliegue de un sistema de alimentación ininterrumpida (SAI) fiable y una sólida estrategia de copia de seguridad pueden ayudar a los bancos a almacenar suficiente energía para el funcionamiento continuo de sus equipos críticos durante los cortes imprevistos relacionados con la energía.
Además, los servicios de mantenimiento pueden desempeñar un papel importante en el mantenimiento de la salud del respaldo de energía y de otras infraestructuras de apoyo, con programas integrados de visitas periódicas de mantenimiento preventivo (PM), servicio de emergencia 24x7 y diversas opciones complementarias para los equipos de energía (escaneo de IR, mantenimiento de tableros eléctricos y pruebas de tableros de circuitos primarios y secundarios), así como servicios de optimización de la refrigeración para unidades de aire acondicionado de precisión.
En el sector financiero, la decisión del mantenimiento tiene implicaciones importantes en, básicamente, tres elementos: comprender el valor del mantenimiento, calcular su factor de riesgos y sopesar las consecuencias a las que se enfrentará cuando ocurra un fallo del equipo, como las ya mencionadas.
Para terminar, cabe destacar que la banca actual es más flexible y accesible, permitiendo realizar cómodamente transacciones de todo tipo a través de aplicaciones y dispositivos móviles (especialmente teléfonos inteligentes). Esto, sumado a la acelerada transformación digital provocada por la pandemia, ha permitido a las empresas del sector financiero llevar sus productos al mayor número de personas posible.
Para mejorar la disponibilidad de los sistemas y ser competitivas en un mercado en crecimiento, estas empresas necesitan utilizar un soporte y unos servicios de infraestructura fiables, y asociarse con expertos en infraestructura con experiencia que comprendan los retos que conlleva la transformación digital.